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Base dos

No hay mejor hombre o mujer que los que no existen.

Los que están, siempre terminan convenciéndonos de su efectiva inutilidad.

Entender que se es útil o no, es sólo cuestión de perspectiva, de ángulo, efectividad y acto.

No hay peor hombre que el que se enamora mil veces y de manera inversamente proporcional, no hay peor mujer que la que hace exactamente lo mismo.

Quien no existe, es tremendamente perfecto.

Afortunadamente y, para todos aquellos animales reptantes, en los que evidentemente me incluyo en la categoría, nos paseamos gustosos por la terrenalidad a la que osamos desafiar, volando. No somos perfectos. Que desgracia serlo. Qué malísima suerte vivir convencido de ello.

Las esferas se deslizan a través del paño en un juego de billar en el que, indistintamente, el caos angular está presente. Ninguna de ellas miente. La velocidad, la fuerza, la masa y el ímpetu las obligan a obedecer al experimentado y, engañan y se burlan del inexperto.

Así hay hombres y mujeres.

Así se da la ventaja.

De ésa forma se aprovecha la desventaja.

Siempre pierde el mejor.

Foto: Tim Mossholder
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William Calavera 17 noviembre, 2019
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